En vez de hacer el amor,
nosotras lo reinventamos:
Tejimos nuestro tacto a la cama
y ya no supimos salir.
Hundí tu semilla en mi tierra,
y cada vez que llueve,
lluevo yo también.
Qué fácil es hablar de ti
como si no fuera yo
quien mejor te ha conocido.
Qué fácil es vivir,
sin haberte vivido.
Qué fácil era,
y qué
complicadas
fuimos.
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