Mamá,
me gustan las personas a las que tú llamarías locas.
Esas que se pierden entre el humo,
esas que no piensan en dinero,
esas que no se asustan cuando les hablas de la muerte,
y te compadecen cuando sientes que parar es necesario.
Mamá,
me gustan las personas que no conocen fronteras,
que no se extrañan cuando descubren mis tatuajes,
que se pierden en mis cicatrices,
que me curan las heridas con alcohol
y sorprendentemente no escuece.
Mamá,
me gustan esas personas en ruinas.
Hasta sus lágrimas me parecen bonitas.
Las que viven de noche
y duermen los días.
Las valientes que no toleran injusticias.
Las que no hacen distinción,
saben que la sangre es roja,
el continente nunca es una cuestión.
Mamá,
me gusta la sinceridad de cada una de sus palabras.
Quiero escuchar las voces que les acompañan
y comprendo sus gritos
-a veces yo también los necesito-.
Mamá,
me gustan las voces rotas.
Quiero corromperme continuamente
para sonar como ellas.
Quiero hacer el amor con esa imperfección,
y que sean otros los que se mueren de envidia.
Mamá,
prefiero la luna, ella no quema como el sol.
Mama,
espero que puedas soportarlo,
me he enamorado del arte vestido de mujer,
y me ha pillado desnuda,
todavía,
a medio hacer.
martes, 17 de noviembre de 2020
MAMÁ
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